A modo de
prefacio
¿Será
verdad que solo venimos a soñar, como augura el exergo del poeta nicaragüense
Ernesto Cardenal, precediendo el libro
“Poemas” de Mery Dilon?
Calderón
decía que la vida es sueño, a través de Segismundo y su monologo inolvidable.
También Shakespeare evocaba, en algunas magnificas estrofas de Hamlet, al
portentoso arte de soñar. Muchos han sido los poetas que han invocado este
poder como una suerte de clave onírica
permitiéndoles acceder a los jardines
secretos del universo, guiados por la imaginación y el lenguaje. Como fuera, no ha sido en sueño este
encuentro que vivimos Mery Dilon y yo. Nuestro camino fue –y es- recorrer
poetas universales a lo largo de varios
meses.
De sus
poemas aprendí y aprendo, la delicada construcción de la genealogía, la
historia que nos marca con su brújula indicando un lugar de origen y desde allí iniciar un recorrido. A veces es
doloroso evocar, excavar profundo y llegar a un escenario estremecido por la
guerra. Sin embargo, un árbol se quedó inscripto en la memoria y aunque pasaron
años, Mery lo guardó plegado a sus
recuerdos, y en Vilna –Lituania- pudo encontrar aquel árbol del cual su madre,
Mina, mucho le dijo.
Lentamente
Mery nos adentra por el bosque, lugar que, me atrevería a
decir, es el suyo por excelencia, y
desde él, recogiendo piedras,
acariciándolas, nos pasea por este poemario que tuve la suerte de acompañar, de
asistir a su alumbramiento. Mery
interroga, cuestiona, ama, vibra con los elementos que constituyen el universo.
Es, a su manera, una enamorada del muro. Pero ¿quién es el muro para ella? El
mundo al cual le habla de igual a igual, a cada poeta que fue interrogando,
cuestionando. Creando una oda o canto a los elementos, conversando con su
madre, como si ella estuviera siempre en los jazmines que la rodea. No hay
distancia, quedan abolidas, y a través de los poemas podemos pasar de Paraná a
Lituania en la desolada evocación del Holocausto; de la infancia al amor que
marca misteriosamente; del bosque a una
mirada atenta.
Como si en
cada poema pudiéramos escuchar la voz de Cardenal susurrándole: …y decirle a la
razón que hay algo más, mucho más, indefinible, maravilloso.
1 comentario:
mi querida amiga Mery....cuanto tiempo ha pasado....hermosisimos poemas!!!! te abrazo!Nora Arias
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